La menopausia es un estadio natural de la vida y no significa ninguna enfermedad. Ésta se debe a un proceso natural en el que los ovarios disminuyen su actividad y en consecuencia producen menos hormonas sexuales. En general, a partir de los 40 años la menstruación presenta irregularidades hasta llegar a la menopausia, que es cuando cesa totalmente y el ciclo de fertilidad llega a su fin.
En el pasado no se le daba importancia a este proceso por considerarse irrelevante y transitorio. En la actualidad se ha demostrado que los cambios hormonales del climaterio, etapa que va de los 40 a los 50 años, en la cual se incluye la menopausia, se relacionan directamente con alteraciones físicas, emocionales y sexuales, por lo que ahora se cuenta con las bases para mejorar tales molestias. Algunas de las alteraciones físicas son: sequedad vaginal, descalcificación ósea, alteraciones psíquicas, tendencia a engordar y sofocos.
Estos últimos, los sofocos que tantas mujeres sufren durante la menopausia, están asociados a cambios adversos en los niveles plasmáticos de lípidos, un factor que resulta negativo para la salud cardiovascular. Esta es la conclusión a la que han llegado investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pittsburgh después de realizar un estudio de cohorte con la participación de 492 mujeres sanas con menopausia, entre 45 y 58 años.
Dicho estudio, revela la importancia de atender y tratar desde la educación alimentaria esta cuestión clínica, con el objetivo de reducir y limitar el mayor riesgo cardiovascular. Es la primera investigación que examina la asociación clínica entre los sofocos y los marcadores de enfermedad cardiovascular.
Las mediciones y los análisis clínicos confirmaron la hipótesis de que las mujeres con más sofocos registran una menor dilatación de las arterias coronarias y una mayor calcificación de la aorta, en comparación con las mujeres sin sofocos. Incluso señalaron que las mujeres con sofocos de uno a cinco días, en las dos semanas de evaluación, tenían niveles de LDL-colesterol un 48% superior a las mujeres sin sofocos.
En atención a esta investigación, los sofocos no solo se deberían considerar como un síntoma de la menopausia que merma la calidad de vida de la mujer, sino que pueden ser un marcador adverso de cambios vasculares y de riesgo coronario.
Una de las recomendaciones es adecuar la dieta en la menopausia. Las necesidades energéticas y nutritivas, tanto en la mujer como en el varón, son cambiantes y responden a complejas alteraciones hormonales y metabólicas que tienen lugar a medida que pasan los años y los órganos, tejidos y sistemas envejecen. Durante esta etapa, adaptar la alimentación, además de servir como factor de ajuste a unas necesidades específicas y factor preventivo de enfermedades y malestares futuros, ha de cumplir siempre con el propósito de reportar placer.
Fuente: Consumer, ABC.