Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Estas palabras de Antonio Machado podrían ser el lema para aquellos que intentan prevenir la aparición de enfermedades cardiovasculares. Porque está comprobado que pequeñas intervenciones en el estilo de vida pueden generar grandes cambios, incluso en aquellas personas que ya tienen una enfermedad. Según los datos de un estudio, una medida tan sencilla como realizar una caminata diaria podría reducir el riesgo cardiovascular considerablemente, sobre todo en personas condiabetes.
La combinación del cambio de alimentación y el sedentarismo está disparando las cifras de personas con diabetes tipo 2 y con ella también se están disparando los problemas cardiovasculares ya que se sabe que esta alteración metabólica cuadruplica el riesgo de problemas cardiacos y de ictus en mujeres y también en hombres, pudiendo adelantar la aparición de estos problemas incluso 15 años.
Hasta ahora numeros estudios habían valorado el efecto del ejercicio como medida preventiva de un infarto o una angina de pecho. Sin embargo, la mayoría de estos trabajos se basaban en la información que daban los propios pacientes sobre la modificación que habían hecho en su actividad física por lo que no había ninguna evidencia concluyente sobre su eficacia en los resultados cardiovasculares. Ese vacío es el que ha cubierto un estudio, cuyos resultados publica la revista The Lancet, en el que se ha medido, mediante el empleo de un podómetro, objetivamente la cantidad de ejercicio de los participantes.
El estudio, denominado NAVIGATOR, incluyó a 9.306 personas que tenían intolerancia a la glucosa (o diabetes tipo 2) y que fueron reclutados de 40 países diferentes. Todos los participantes fueron seguidos a lo largo de seis años durante los que se registraron 531 episodios cardiovasculares como infartos de miocardio, ictus, anginas de pecho, etc.
Tras analizar los datos de cada participante, los investigadores comprobaron que por cada 2.000 pasos extra dados al día (lo que equivale a una caminata de 20 minutos a paso moderado) el riesgo anual de enfermedad cardiovascular se redujo un 8%.
«Nuestros datos ofrecen una novedosa evidencia de que cambios simples en los niveles de actividad física aumentando el número de pasos dados pueden reducir sustancialmente el riesgo de enfermedad cardiovascular, como un infarto de miocardio o un ictus. Lo más importante es que estos beneficios se ven independientemente del peso corporal o del nivel de inicio de actividad física. Por tanto, estos resultados ofrecen la evidencia más fuerte hasta la fecha de la importancia del ejercicio en población de alto riesgo y servirá para los programas de prevención cardiovascular y diabetes de todo el mundo», afirma Thomas Yates, de la Universidad de Leicester en el Reino Unido y el principal autor de este trabajo.
Por su parte, Giuseppe Pugliese y Stefano Balducci, del departamento de Medicina Molecular y Clínica de La Sapienza en la Universidad de Roma (Italia), señalan en un editorial, publicado en la misma revista, que la medida de medir los pasos de cada participante mediante un podómetro «debería también estar acompañada de evaluaciones de la función cardiorrespiratoria». No obstante, consideran que «el ensayo NAVIGATOR añade una convincente y tranquilizadora evidencia de los beneficios de la actividad física en la salud cardiovascular, aunque futuros estudios son necesarios para seguir evaluando este vínculo».
Fuente: El Mundo