Morir haciendo el amor no resulta un mensaje alentador para nadie. Sin embargo la actividad sexual es un componente importante del bienestar de todos, incluidos los que tienen una enfermedad cardiovascular.
Un estudio recientemente publicado en la revista Circulation muestra que la actividad sexual es segura en la mayor parte de los pacientes que han sufrido un infarto de miocardio o un ictus. Si el paciente puede caminar con brío o subir dos tramos de escaleras sin experimentar dolor en el pecho, un ritmo cardíaco anormal o falta de aliento significa que está listo para volver a tener relaciones sexuales. Éstas son algunas de las directrices que contiene el estudio avaladas por la Asociación Americana del Corazón (AHA).
Sin embargo, los autores del estudio recuerdan que todos los pacientes deben consultar con el médico antes de reanudar su vida sexual. El estudio señala que los médicos deben educar a sus pacientes para que no teman reanudar la actividad sexual y sostiene que pocos lo hacen porque se sienten incómodos o no tienen la información adecuada.
Angina coital
La ‘angina del amor’, como se conoce a la angina de pecho, es la que se produce durante los minutos u horas después del coito y representa menos del 5% de todas las anginas. Es rara en pacientes que nunca han sufrido una angina durante un esfuerzo físico intenso y más frecuente en personas sedentarias con enfermedad coronaria severa que sufren anginas ante la mínima actividad física.
Menos del 1% de todos los ataques cardíacos son provocados por la actividad sexual y las probabilidades bajan aún más en las personas que hacen ejercicio regularmente. De la misma opinión se muestra Borja Ruiz, cardiólogo del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid: «Los casos de angina de pecho o de infarto durante los encuentros sexuales son muy infrecuentes y las muertes súbitas, claramente excepcionales«. Las probabilidades de que un superviviente de un ataque al corazón experimente otro o muera durante el acto sexual son de 1 entre 33.000.
Además, las personas sin antecedentes de problemas cardíacos tienen menos riesgos de sufrir un ataque al corazón, pero similares de padecer uno derivado de la actividad sexual. Los expertos de la AHA aconsejan, no obstante, que los sobrevivientes de un ataque cardíaco esperen al menos una semana para reanudar la actividad sexual y que aquellos que han pasado por una cirugía aguarden entre seis y ocho semanas.
Frecuencia cardiaca
Numerosos estudios han examinado la respuesta cardiovascular y neuroendocrina a la excitación y al coito en varones durante un encuentro heterosexual con penetración vaginal. Durante los juegos preliminares, la presión sanguínea y la frecuencia cardiaca aumentan ligeramente y se incrementan algo más durante la excitación sexual. Los niveles más elevados ocurren durante los 10 o 15 segundos que dura el orgasmo, con un retorno rápido a la normalidad tanto de la tensión arterial como de la frecuencia cardiaca. Hombres y mujeres tienen este tipo de respuestas a la actividad sexual similares.
Los ensayos llevados a cabo principalmente en jóvenes casados muestran que las relaciones con su pareja se comparan con una actividad física leve o moderada, lo que se conoce como rango tres o cuatro de esfuerzo metabólico (METS, sus siglas en inglés, es una medida de consumo de oxígeno). Los científicos aclaran que un METs de tres y cuatro supone un ejercicio moderado como subir dos tramos de escaleras o caminar a paso ligero. La frecuencia cardiaca rara vez supera los 130 latidos por minuto y la tensión sistólica los 170 mm Hg en personas normotensas.
Pese a estos datos, reconocen que dado que algunos pacientes, especialmente los más mayores, pueden tener más dificultades para alcanzar el clímax por problemas médicos o emocionales, es posible que el grado de extenuación sea mayor en ellos y la demanda cardiovascular se eleve ligeramente, el problema es que no existen datos específicos de estos casos.
Recomendaciones generales

  • Tras el diagnóstico de enfermedad cardiovascular, es razonable que los pacientes sean evaluados por su médico antes de reanudar la actividad sexual.
  • La rehabilitación cardiaca y la actividad física regular pueden reducir el riesgo de complicaciones en pacientes con insuficiencia cardiaca o que han sufrido un infarto.
  • Las mujeres con patologías del corazón deben ser asesoradas sobre la seguridad y conveniencia de los métodos anticonceptivos y el embarazo en función de su perfil de paciente.
  • Los que padecen enfermedad cardiaca grave y presentan síntomas ante la mínima actividad física o en reposo no deben tener relaciones sexuales hasta que sus síntomas estén controlados.
  • Los pacientes deben ser evaluados para saber si su disfunción sexual está relacionada con una enfermedad vascular o cardiaca subyacente, ansiedad, depresión u otros.
  • Los fármacos que pueden mejorar los síntomas o la supervivencia de estos enfermos no se deben dejar de prescribir ni consumir por miedo a que afecten a la función sexual.
  • Los medicamentos para la disfunción eréctil son seguros para ellos, pero los pacientes que usen nitratos, deben dejar de consumirlos dentro de las 24-48 horas que tomen la pastilla para la impotencia.

Fuente: La Razón, El Mundo.