El actual Jefe de Servicio de la Unidad de Corazón del El Hospital Clínico Universitario Virgen de la Victoria, Juan José Gómez Doblas, fue elegido en plena pandemia como vicepresidente de la Sociedad Española de Cardiología.
Acaba de conmemorarse el Día Mundial del Corazón, ¿en qué estado podemos decir que se encuentra este órgano en el ámbito de nuestra provincia?
En cuanto a la asistencia que recibe el corazón en la provincia, debemos reconocer que la misma se presta con una muy elevada calidad. Disponemos de tres grandes hospitales donde se puede prestar asistencia cardiológica de manera muy precoz entre aquellos pacientes que han sufrido un infarto, por ejemplo. Esa atención temprana les permite tener menos eventos a largo plazo. Además, la estructura a través de los hospitales comarcales también es de muy buen nivel. El problema que no es local, sino nacional, viene no obstante de la falta de especialistas. La demanda de cardiólogos es muy alta y no logra cubrirse en su totalidad.
¿Qué papel juega la prevención en muchas de las enfermedades que amenazan la buena salud de nuestros corazones?
La enfermedad cardiovascular es prevenible y así deberíamos de abordarla de manera adecuada, mediante estrategias de prevención. No sólo de manera secundaria, cuando haya ocurrido un infarto o un ictus. Porque si tenemos uno de estos episodios realmente hemos fracasado en la prevención de ese paciente. Lo importante son los programas de prevención primaria. Es decir, los que se desarrollan antes de que ocurra cualquier evento de estas características. Se centran fundamentalmente en el control adecuado de factores de riesgo como pueden ser el tabaco, el azúcar o el colesterol. El tener una dieta adecuada, controlando el peso, adaptada a la dieta mediterránea. E incluso debemos tener en cuenta otros factores de riesgo que a veces no tenemos muy en cuenta, como puede ser el manejo del estrés. Ese estrés emocional o el profesional que a veces resulta desencadenante de estas enfermedades. La prevención es fundamental y todos deberíamos tener claro que nuestra salud global depende de nuestro estado de vida. Con estas pautas tendríamos un menor riesgo de padecer un episodio cardiovascular en el futuro.
¿Hasta qué punto la pandemia ha afectado al estado de nuestro aparato circulatorio?
La incidencia del coronavirus, tanto durante el confinamiento como posteriormente, con las medidas aplicadas, se ha dejado notar. Muchas personas mayores, por ejemplo, han dejado de participar en programas municipales o en gimnasios, pero también han abandonado la práctica de un deporte moderado y cotidiano quienes salían a andar en grupo. En ocasiones por miedo a contraer la enfermedad. Así ha habido personas de avanzada edad que han estado dos años paradas en casa, de manera que han cogido sobrepeso. Y así les cuesta ahora mucho más recuperar su capacidad funcional. Están como digo yo en la pretemporada, como los futbolistas. En alguien de más de ochenta años es un paso atrás muy importante. Y encima con el Covid-19 hemos dejado de atender muchas patologías crónicas, con la insuficiencia cardíaca. Incluso en la fase aguda hasta carecíamos de camas para poder tratar a muchos de estos pacientes con cuadros agudos. Y ese miedo al contagio hacía que incluso muchas personas no pidieran atención. El coronavirus así puede que no te matase, pero sí las enfermedades habituales… Recordemos que en países como España las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la principal causa de muerte y en Andalucía estamos a la cabeza en este ámbito.
Vinculamos erróneamente el coronavirus con las enfermedades cardiovasculares?
No hay una relación clara con el infarto. Sí que la hay en algunos grupos de pacientes, que son realmente pocos, con afectación inflamatoria del corazón. El problema fundamental viene de que en los pacientes con cuadros por COVID-19 muy agresivos sí hay mayor probabilidad de que se produzcan trombos. En casos de las neumonías muy importantes, con largas hospitalizaciones, claramente hay un mayor riesgo de trombos en las piernas y por lo tanto pulmonares y eso sí que puede suponer un problema grave. Ya hemos aprendido que en el caso de estos pacientes hospitalizados debemos aplicarles tratamientos anticoagulantes para que la sangre esté más líquida. Incluso después de darles el alta se les mantiene dicho tratamiento durante un tiempo.
¿De qué forma afecta la obesidad al estado del corazón?
Las estrategias para combatir episodios como un infarto o un ictus pasan en gran medida con atajar fenómenos muy preocupantes como la creciente obesidad infantil. Tenemos que luchar, implicarnos, en este aspecto.
¿Cómo nos beneficiaría una asignatura obligatoria en edad escolar para nutrirnos de manera saludable y practicar deporte de manera sostenible?
Una estrategia educativa complementaria a la educación en la familia y orientada a unos hábitos saludables sería fundamental. Incluir en el currículum docente, a nivel infantil, qué debemos comer y cómo hacer ejercicio ayudaría a prevenir episodios cardiovasculares como los ya enumerados. Pero en ese ámbito también sería muy positivo incluir la enseñanza de técnicas básicas de reanimación cardiovascular que pueden salvar vidas. Hay países escandinavos que ya incluyen estas enseñanzas de manera obligatoria.
¿Hemos avanzado durante las últimas décadas mucho o poco en materia de reducir la incidencia del infarto y otros accidentes cardiovasculares? ¿Se puede pensar en el éxito de las leyes antitabaco?
Sin lugar a dudas. Estas leyes han sido todo un éxito en la mayoría de países desarrollados donde han sido implantadas. Han permitido reducir significativamente la mortalidad por infarto e incluso cabría endurecer aún más las leyes actuales. Recordemos que las mujeres jóvenes están fumando incluso más que los varones y esto empieza a entrañar un riesgo muy importante para el futuro.
¿Somos conscientes de la importancia de cuidar nuestro corazón? Porque hablamos más del cáncer, con lo mucho que representa hoy por hoy, que del ictus o del infarto.
El cáncer es una enfermedad muy relevante porque además a veces afecta a población muy joven. Pero no debemos olvidar que las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en nuestro país. Y también en el caso del ictus constituye un motivo importante de discapacidad. Todas las enfermedades representan una amenaza no obstante y lo mejor es que unas mismas estrategias de prevención pueden ayudarnos a combatir tanto unas como otras. En este sentido deberíamos tratar la lucha contra determinados eventos de una manera multidisciplinar.
Fuente: La Opinión de Málaga