Según los resultados develados en la última reunión Anual de la Asociación Americana del Corazón (AHA) y publicados en la revista The Journal of American Medical Association (JAMA), tan perjudicial resulta una presión arterial sistólica excesiva como demasiado baja, en pacientes que han sufrido un ictus isquémico.
El estudio desarrollado en la Universidad de California, que incluyó a 20.330 pacientes de más de 50 años que habían padecido un ictus isquémico, ha estudiado la asociación de la presión sistólica (valor máximo de la tensión arterial en sístole) mantenida en un rango demasiado bajo o demasiado alto con la aparición de síntomas clínicos en pacientes que han sufrido un ictus isquémico. El estudio ha concluido que las personas que han sufrido un ictus isquémico y que sus niveles de presión arterial sistólica se sitúan por debajo de 120mm Hg o por encima de 140 mm Hg, se encuentran en riesgo de sufrir un nuevo ictus.
Se realizó un seguimiento a los pacientes durante dos años y medio, clasificándolos según sus niveles de presión sistólica:
muy bajo (menos de 120 mm Hg)
bajo (de 120 a 130 mm Hg),
alto normal (130 a 140 mm Hg),
alto (140 a 150 mm Hg), y
muy alto (15o mm Hg o más).
Los resultados del análisis comprobaron que el ictus se produjo en un mayor porcentaje en el grupo de personas con una presión sistólica muy alta (14,1%), seguido del grupo de la presión alta (8,7%), de la presión muy baja (8%), baja (7,2%) y alta normal (6,8%). Los índices de mortalidad por cualquier causa y de muerte debida a enfermedad vascular fueron superiores en el grupo con la presión sistólica muy baja y en el de presión muy alta.
Estos datos, según los expertos, indican que se debe estar pendiente de los niveles concretos de presión sistólica de los pacientes que han sufrido un ictus isquémico, y vigilar que sean normales para evitar recurrencias o acontecimientos cardiovasculares.
Fuente: Diario Médico